lunes, 30 de agosto de 2010

KARATE KID

Director: Harald Zwart
Intérpretes: Jaden Smith, Jackie Chan, Taraji P. Henson
Web: http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/karatekid_teaser/



En junio de este año la loquísima web de humor “Funny or die”, creada por el director Judd Appatow y el cómico Will Ferrell, nos rulaba otro monumentazo más: el tráiler de una película falsa sobre las desgracias de Ralph Macchio. En el corte “Wax on, f*ck off”, el actor responsable de interpretar al primer “Karate kid”, se flagelaba contando las lamentables estrategias (léase falsos romances con prostitutas o filmes como “Rosencrantz y Guilderstein son zombies”) que el pobre hombre tiene que seguir para revivir su carrera comatosa en Hollywood. Visto ese clip, uno se pregunta ¿de verdad ésto es una película falsa? Si el dios Will Ferrell nos lo asegura, será falsa,… pero se puede entender que cualquier ser racional se quede muy, muy, muy, muy tocado después de haber protagonizado uno de los “jits” de acción de los ochenta, un referente generacional que consiguió que mozalbetes unicejos de Matalascañas y Cañada del Páramo se enrollasen un trozo de cinta blanca a la cabeza y se autosatisfaciesen al grito de “¡¡Dar cera, pulir cera!!”. ¿O acaso no se acuerdan de ese cartel con el careto de nuestro querido Ralph Macchio en posición de “quetedoyuncañonazo,oyes” en las carpetas de sus hijas quinceañeras?

Dirigida por John G. Avildsen (el realizador de “Rocky”, ¿no ven las similitudes?), la cinta original a la que hoy nos remite el “remake” de Harald Zwart, jugaba con esa mitología del “karatexplotation” de los setenta (Bruce Lee que estás en los cielos) y la masificaba a una gran audiencia juvenil de los ochenta, ávida de experiencias “kitsch” y azuzada por el “pop” de Madonna (sonaba en el filme ese himno de sintetizador, “You’re the best around” de Joe Espósito) y por el neoliberalismo de Ronald Reagan (“no hay amarillo que vacile a un “true american””, sentenciaría, orgulloso, el ex – presidente).

A estos productos de consumo, tan marcados, tan necesarios y tan adecuados a la época en la que se produjeron, o se les falta al respeto a lo bestia (la estupenda “El equipo A” de Joe Carnahan o la saga de “Misión imposible”) o la cosa se estanca en una revisitación sin chicha, sin alma; un artilugio colgado en un bucle “revival” que ni es tal por la imposiblidad de recrear unos valores artísticos que, como buenos valores artísticos, sólo se mantuvieron durante un tiempo y en un espacio determinados y que, en el caso de “Karate kid”, caducaron rápidamente salvo, of course, en los cabolos calenturientos de la muchachada de Matalascañas y Cañada del Páramo.

Concebida como un juguete que el bueno de Will Smith le regala por Navidades a su chiquillo, Jaden Smith, este regreso al rollo de las artes marciales (eso sí, ahora el mozo viaja a China y se enamora de una china, chifladuras de la interculturalidad) vale únicamente para reiterar lo “naive” y encantador de la primera película (quizá su gran mérito) y lo artificioso de ésta. Basada en el mismo incidente que su predecesora (el conflicto del prepúber protagonista con unos malvados karatekas que le retan a un torneo), la función estrenada el viernes se soporta por ver a Jackie Chan haciendo de Jackie Chan que intenta hacer de Pat Morita. Permanecerán en las antologías del absurdo la re-partición de hostias del (casi) sesentañero asiático con un grupete de chavales y su esfuerzo, dramático, intenso, jodido, de sacar una lágrima de esos ojos rasgados de truhancete. Menudo bribón, amigos. La solitaria esperanza que uno tiene con este “Karate kid” es que el chaval de las trenzas, el “fio” “del” Will, el nuevo “Karate kid”, vamos, no acabe como Ralph Macchio o que, al menos, comparta su sentido del humor. De momento, esta demostración de amor paterno degenerado (“Papá, cómprame un papel en una peli, andaaaa”), similar a la de esos progenitores que meten en la televisión a sus niños a bailar sevillanas o a cantar “Yo soy aquel”, da grima, mucha grima.

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