martes, 10 de agosto de 2010

AIRBENDER, EL ÚLTIMO GUERRERO

Director: M. Night Shyamalan
Intépretes: Noah Ringer, Dev Patel, Nicola Peltz
Web: http://www.thelastairbendermovie.com/



En una rueda de prensa de lanzamiento de “Airbender”, una periodista se dirigió al responsable del filme, M. Night Shyamalan (“El sexto sentido”), preguntándole (esto es un decir) por qué había abandonado sus “películas del principio” (suponemos que se refería a “El sexto sentido” y “El protegido”) y se “había abandonado a la comercialidad” (suponemos que se refería a “El bosque”, “La chica del agua” o, cómo no, “Airbender”). La respuesta del indio fue perfecta: les remitimos a youtube para que aplaudan sus palabras. Si hay una película que se ría de estas situaciones, rutinarias a la labor del artista, es “Recuerdos” (1980) de Woody Allen. Durante todo el metraje, al personaje de Allen, un director que presenta una retrospectiva en un festival menor, sus “fans” le recriminan que no vuelva a sus primeras películas, “las graciosas”, y se deje de dramas, tan bajoneros ellos. Con el realizador asiático estalla un fenómeno similar. Shyamalan es un creador híperdotado que ha entregado algunas de las películas más importantes del último cine norteamericano (y, abróchense los cinturones, me refiero a “El sexto sentido”, “El protegido”, “La joven del agua”, “Señales”, la extraordinaria “El incidente” o “El bosque”); un tipo que, con la osadía del que mantiene a su obra en ebullición, apuesta en “Airbender” por otras vías (la adaptación), otras magnitudes (la megaproducción) y otros formatos (el 3D) con el fin de desentablillar, como hizo Allen, su filmografía.

Aunque falle la memoria, con los largometrajes de este director al personal le ocurre (reitero, por su atrevimiento) lo mismo. La reacción ante el estreno de “El protegido”, un clamor en su contra (“¡no se parece a “El sexto sentido” y el niño es más tonto!”), se ha mimetizado en cada uno de los lanzamientos posteriores, hasta llegar al paroxismo con la maltratada “El incidente”.

“Airbender” no supone la comercialización/degeneración del cine de Shyamalan. El cine de Shyamalan siempre ha sido comercial: sus cifras de producción de Hollywood están ahí, cerca de sus (generalmente, superiores) cifras de taquilla. ¿Qué cambia en esta ocasión? El que Shyamalan haya adaptado un texto ajeno, en este caso una serie animada de Nickelodeon, por primera ocasión en su carrera. El mal cálculo del cineasta con “Airbender” ha sido plantear cine generalista dirigido a una gran masa de público, mientras que, en sus películas previas, había producido cine minoritario (“La guerra de los mundos” de Spielberg es “Señales” a gran escala) que conectaba con una mayoría de la audiencia. Así, en lugar de atraer la adaptación a su terreno (Cuarón se aventuró con “Harry Potter y la cámara de los secretos”), la adaptación le ha empujado a él hacia el suyo.

Después de esta declaración de amor a uno de los directores hollywoodienses de mayor calado en la actualidad (añadiríamos a David Fincher, a James Gray…), no queda más remedio que admitir que “Airbender” no se libra del aprobado raspado. En ella están las querencias del cine de Shyamalan (el héroe que va asimilando su condición, la nínfula dispuesta a sacrificarse por su pueblo,…), untadas con ese reciente cine épico-fantástico-familiar que amortaja cualquier intento de trascendencia y cualquier calidad. Dentro de una lista de películas del ultragénero (“Las crónicas de Narnia”, “Legión”) al filme le pasa lo que jamás le había ocurrido a este cineasta: su cinta parece que la podría haber firmado cualquiera.

Con un ritmo aceptable, un 3D que luce únicamente en dos o tres escenas, y un final abierto a continuación (no destripo nada, sabemos de entrada que es un serial), a la propuesta la apuntalan los juegos formales con los que el realizador se divierte: los esplendorosos planos secuencia a cámara lenta o su colosal diseño de producción sirven para probar las saludables ganas que tenía Shyamalan de faltar al respeto a sus anteriores filmes y a sus “fans de siempre”. Tras este bache, aguardamos a su siguiente proyecto (“Devil”, un terror construido ¡dentro de un ascensor!) con el ansía con el que esperamos a los que se arriesgan, a los valientes que colocan su pellejo en cada fotograma.

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