Director: Stefan Ruzowitzky
Intérpretes: Karl Markovicz, August Diehl, Devid Striesow
Web: http://www.thecounterfeitersfilm.com/
“Oscar” a la mejor película extranjera, “Los falsificadores” retrocede en su montaje desde los guetos burgueses de postguerra hasta el campo de concentración de Sachsenhausen. El nexo de tiempos es Salomon Sorowitsch (Karl Markovicz), un extraordinario timador judío al que se le “encomienda” una enorme responsabilidad: replicar el dólar y la libra. Durante el Apocalipsis nazi, el barracón de la ‘Operación Bernhard’ permanece como un edén de sábanas limpias, fuera del horror gracias a un plan que puede acabar con la economía del enemigo.
A medida que avanzan, los agobiantes e incesantes planos medios de “Los falsificadores”, construyen un filme desigual. Su esfuerzo en desvelar departamentos estancos de la existencia (un casino de clase alta, un bar clandestino y una jaula dorada) por mucho que evidencie su honestidad, no consigue imbuir en el espectador la sensación de estar delante de un relato sólido. Y, llega lo raro, nadie le va a negar a Ruzowitzky que no ponga todo de su parte: ahí está su actor principal (obsérvenle en la mimesis del derrumbamiento), sus escenas terribles (la denigración mingitoria de un prisionero) o su extraña habilidad, quizá en su uso de la cámara, quizá en nuestro recuerdo del Holocausto, para dejar la pantalla sucia de cenizas humanas. Incluso, Ruzowitzky rueda unos minutos inolvidables que desbordan al metraje total: en la liberación del campo, los prisioneros “burgueses” descubren el más allá. Con lo dicho hasta ahora, ¿qué le falta a “Los falsificadores”? Puede que sea una excesiva autoconciencia, quizá algún recurso dramático muy sobado… el caso es que, cuando llegan los títulos de crédito, uno sabe que le ha gustado sin entender por qué no más.
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