sábado, 18 de abril de 2009

DÉJAME ENTRAR

Director: Tomas Alfredson
Intérpretes: Lina Leandersson, Kare Hedebrant
Web: http://www.karmafilms.es/dejamentrar



La nieve no deja respirar, la cámara deshoja oscuridades.

Títulos minúsculos para un inicio de terrores mínimos y habituales.

Habitual es la respiración alterada de un niño cualquiera de un barrio cualquiera de un colegio cualquiera de un país nórdico cualquiera. Inusual la aparición de una pareja de extraños: un hombre y una niña que tapian con cartones y excusas "pop" las ventanas de su nuevo apartamento. Mientras el chiquillo observa a los visitantes, descubre a la niña, madura sobre vivencias psicopáticas: la indiferencia del asesinato en el periódico; la impotencia de unos maltratadores en el colegio o la gelidez de sus padres en realidades separadas. Unos columpios solos y nevados (¡qué solos están los columpios nevados!) acompañan encuentros clandestinos.

Escondido tras la novela de John Ajvide Lindqvist, Tomas Alfredson atrapa a sus chiquillos y une sus existencias con esos coágulos de sangre que corroen las caras de los muertos. Agrietando a los vampiros de Angela Sommer-Deburg con Ingmar Bergman, los monstruos de "Déjame entrar" asumen roles del mejor cine nórdico enturbiados por terrores diversos; así, los personajes aislados, los silencios inacabables cohabitan con asesinatos alimenticios o maldiciones eternas. Y uno no discierne qué da más miedo: la irrupción ficticia de un ser condenado o la realidad miserable de un mundo indiferente. Como todos los críos de los cuentos, nuestro niño decide fabular y atraviesa ese espejo temible para los adultos que le rodean, paradójicamente acunados por una existencia previsible y violenta.

Afirmaba John Huston que él no dirigía, que él sabía hacer "casting". Alfredson posee la misma habilidad y, además, desdice a Hitchock porque parece que sí está cómodo rodando con impúberes y animales (extraordinaria escena con un caniche). Inmersos en unos adultos de once años, Lina Leandersson (Lia) y Kare Hedebrant (Oskar) abrasan contradicciones en la piel de sus personajes: amor, muerte, sexo, nostalgia, olvido. De producción teatral, a través del suspense y el miedo avanzan los pasos de "Déjame entrar" junto a retales de Haneke, Polanski y Von Trier. Asombrosos méritos, insignificantes reproches se le pueden plantear a un filme sólido (por fin, unos vampiros construidos dramáticamente, con “cómos” y “por qués”), bien rodado (qué capacidad de filmar violencia infantil) e interpretado con los claroscuros necesarios.

Premio justificadísimo en el festival de Sitges, lo que no sabremos nunca es si la luz del tren que arrastra el futuro de nuestro chiquillo imita a aquella que despedía a Harker y Mina, o a esa otra que enterraba a Renfield en un manicomio.

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