Director: James Marsh
Intérpretes: Philippe Pettit, Jean François Heckel, Annie Allix
Web: http://www.manonwire.es/
Philippe Pettit tenía un sueño. Philippe Pettit es equilibrista y tenía un sueño. Philippe Pettit se imaginaba a sí mismo atravesando por un cable la distancia vacía, inmensa, que superaba las Torres Gemelas de Nueva York. James Marsh, director de cine, tenía otro sueño: rodar las peripecias de Pettit en celuloide. El fruto se titula "Man on wire" y fue premiado en los Oscar de este año como mejor película documental. El realizador plantea una estructura inusual para documentales dirigidos a la gran pantalla (en televisión suele pasar más frecuentemente): mezclar los testimonios y las imágenes de archivo con dramatizaciones del asalto colectivo a las Torres Gemelas (en ocasiones con una sensibilidad cercana, muy acertada, a Jeunet & Caro). Porque, aunque Pettit posea el rol pivotal en la estrategia de "Man on wire", los acompañantes y testigos de sus andanzas resultan tan quijotescos como él. Ni su novia primeriza (impagable escena romántica encaramados a un cable), ni esos secundarios que quedan fascinados por su presencia, valoran mínimamente la posibilidad de que Pettit se mate. Abrazados, subyugados por la ilusión de un sueño, dejan de parecer personas y trasponen sus psiques sobre personajes de ficción inmortales. Como acompañaban a Alicia el Sombrerero o el Conejo, Pettit se rodea de humanos a los que embriaga con sus ojos de niño cegado por un escaparate. Son esos ojos los que se (nos) empañan en el culmen del metraje: desde el suelo neoyorquino, subido a su cable, a Pettit no se le ve. Da igual, está demasiado lejos de las ilusiones de los mortales.
Desaparecidos los títulos de crédito, sólo encontramos una tacha al trabajo de Marsh. Tanto como se agradece que dibuje líneas entre lugares imposibles (las dos torres, los campanarios de Notre Dame), se echa en falta que no estire la línea vital de Pettit. Quizá eliminando aspectos reiterativos de la "okupación" del "World Trade Center", el director nos hubiese permitido saber qué ocurre con alguien que ya ha conseguido su sueño: ¿hay más horizontes después de romper el cielo o éstos se derrumban como torres gemelas irreductibles, como naipes enfrentados a un golpe de viento?
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