domingo, 5 de abril de 2009

LA DUQUESA

Director: Saul Dibb
Intérpretes: Keira Knightley, Ralph Fiennes, Charlotte Rampling
Web: http://www.laduquesa-lapelicula.es/



Poco antes de entrar a ver “La duquesa”, uno no consigue ser inmune a la enorme imagen de Keira Knightley mirándole, entornada la cabeza, semiabierta la boca, desde el cartel. Hay actores/actrices que contagian sus virus a los filmes en los que participan. Aún en su pequeña delgadez, la Knightley (y su hieratismo y su frialdad) ha trastornado el carácter de aquellos metrajes en los que ha trabajado. ¿O acaso no sería diferente la Cecilia Tallis de “Expiación” si la encarnase Rebecca Hall? ¿Y qué me dicen de la Helene Joncour de la glacial “Seda” si estuviese en manos de Ewan Rachel Wood? Sobre estos juicios previos (no prejuicios), echa a rodar “La duquesa” con méritos manifiestos: la fotografía de Gyula Pados, la dirección artística de Michael Carlin y Rebbecca Alleway y el diseño de vestuario de Michael O’Connor.

Conoce Saul Dibb la importancia vital del detalle en el género y, como Kubrick en “Barry Lyndon” o Polanski en “Tess”, recorre con su cámara (la construcción de algunos planos es asombrosa) los espacios que sus técnicos han creado para él. Pero, mientras que el recreo en la mínima vicisitud (las cenas, los teatros, los bailes furtivos) alcanza niveles extraordinarios, el guión y las interpretaciones sufren de una irregularidad pasmosa. ¿Hacen los actores mejor al texto que representan? En “La duquesa” no queda otro remedio que responder afirmativamente. Es la presencia de Ralph Fiennes frente a Knightley la que revitaliza todo el interés de la película. Inmerso en un personaje contradictorio, Fiennes compone un hombre endeble y firme, ridículo y solemne, un Duque de Devonshire que refuerza a aquellos que le consideramos uno de los actores más importantes del panorama actual. Ante tal demostración interpretativa, los escarceos de la protagonista con el aséptico Simon McBurney parecen ridículos, justo como un final de telefilme que termina de tambalear esta milimétrica celebración de artesanía cinematográfica.

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