lunes, 29 de marzo de 2010

MÍCHEL DEBERÍA LLAMARSE MICHAEL

Josemi, palpando.

En una entrevista de 2004 en el “60 minutes” estadounidense, un tipo que se llamaba Robert Allen Zimmerman y que hoy se conoce por Bob Dylan declaraba: “A veces naces con nombres equivocados. Es tu deber llamarte como crees que te debes llamar”. Ésta ha sido una constante durante el siglo XX. Fernando Pessoa maquinó tres identidades poéticas con las que escribir: Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro. Allan Stewart Konigsberg suena menos gracioso que Woody Allen. Y, por supuesto, Issur Danielovitch no hubiese alcanzado el estrellato si no se escondiese bajo un Kirk Douglas.

Y el mundo del fútbol no se libra. ¿O piensan que Edson Arantes do Nascimento se deletrea “Pelé”? Imitando a un DJ de “techno”, José María Gutiérrez se ha apropiado de un “Guti Haaz” con tal de ser “cool”. Tampoco podemos pasar por alto al entrañable “Sietes”, D. José Manuel Suárez Rivas, que cogió su alias de su pueblo de Villaviciosa. Y nuestra última adquisición. ¿Quién querría bautizarse como “Nicolás Ladislao Fedor Flores”? Vaya lío: mejor buscar una identidad secreta, “Miku”, y jugar en el Getafe.

Al equipo madrileño le entrena un humano con ilustre historia madridista y nombre trastocado. José Miguel González Martín del Campo, “a.k.a.” “Michel”. Algunos periódicos se sorprendían el viernes porque el bueno de Michel había perdido los nervios con un asistente. “Maleducado”, dice Josemi que le soltó. Ay, parece que nos hayamos olvidado de las maneras del madrileño como jugador (ese pálpito escrotal a Valderrama, esos arranques de cabreo), su fracaso en el Castilla y sus reflexiones en los partidos televisados, al lado de De La Casa. Perlas grabadas a cascoporro, vamos: “no ha sido gol porque se ha ido fuera”, “no sólo está jugando bien, sino que además está haciendo un gran partido”, “en este partido puede pasar, incluso, cualquier cosa” o, su verdad definitiva del fútbol, “si meten un gol más que el rival, ganan”. Vaya filósofo.

Es curioso que, con semejantes credenciales, Michel se postule como entrenador del Real Madrid. Le respetamos por sus años en el club pero… déjenle lejos del banquillo. ¿No tuvimos bastante con Queiroz, Toshack o Luxemburgo? Sus indecisiones del jueves en aspectos básicos del encuentro (amarrar las pérdidas de balón, controlar el ataque de los blancos), quedaron empañadas por una tontería de un Casillas demasiado confiado últimamente. Míchel, con su “latin fury”, su pelaco, su soberbia y sus frases intemporales, debería retocar su nombre para honrar a otro mito de similares características: Michael Knight (“El coche fantastico”). De esta forma, podríamos soltar que Michel es un “maikelnai” con todas las consecuencias.

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