sábado, 28 de julio de 2007

LOS SIMPSON. LA PELÍCULA.

LOS SIMPSON. LA PELÍCULA
Director: David Silverman
Intérpretes: Homer Simpson, Marge Simpson, Bart Simpson
Web: http://www.thesimpsons.com/

Nos lo avisa Matt Groening y compañía desde un principio: esto no tiene nada que ver con la televisión. Después de que Ralphie Wiggum empequeñezca el logo de Twenty Century Fox con su voz chillona, la pantalla pasa de ser cuadrada a un asombroso panorámico. A nosotros, tan acostumbrados a la pequeñez de nuestras cajas tontas, no nos queda más que apoltronarnos en la butaca. Es interesante la coincidencia: probablemente algo parecido debieron sentir los espectadores de «El manto sagrado» (1953) cuando, también por la gracia de Twenty Century Fox, admiraron el Cinemascope por primera vez. De pronto, lo que habitualmente está encerrado desborda el lienzo.
«No te descargarás esta película. No te descargarás está película. No te descargarás esta película», escribe Bart en su pizarra. Otra verdad del pequeño Simpson. Sus imparables primeros diez minutos abren el camino a una apocalipsis ecológica producida por una acumulación de mierda de cerdo e imbecilidad homeriana. Y no hay forma mejor de disfrutarla que en una sala. El inestable presente de la serie, quizá consecuencia de una larga vida, se queda en nada cuando se cambian los esquemas. Porque aquí a lo que jugamos es al cine y, por tanto, a la épica. Frente a las minúsculas (y excepcionales) tramas de veintipocos minutos, aparece el monumental exceso de la hora y media. En tan comprimido metraje cinematográfico (si lo comparamos con la última hornada de tostones fílmicos), se suceden las revelaciones biblicoepilépticas («eepaaa», «eeepaaaa», terrorífica profecía), las aventuras, los amoríos petardos de Lisa (lo único sobrante), los «full frontal»... Aún con algunas subtramas poco exprimidas (¡queremos más Spidercerdo!), «Los Simpson. La película» se convierte en la mejor excusa para ir al cine en lo que llevamos de verano.
En el final de «Hannah y sus hermanas», Woody Allen encuentra el sentido de la vida viendo «Sopa de ganso». De eso se trata, amigas y amigos. De, como diría Mel Brooks, «defenderse del universo con el humor». Mezclando la comedia metafísica de «Sopa de ganso» con la sátira política de «Teléfono rojo» (¡grande presidente Schwarzenneger!), el filme de Groening consigue lo que parecía imposible en los tiempos que corren: hacernos reír sin parar.
Sólo resta agradecer a Matt Groening, a su enorme grupo de colaboradores y a su creación amarilla, las carretadas de felicidad gratuita que nos han regalado a lo largo de estos ¡veinte años! Sin dudarlo, y volviendo a Woody Allen, «Los Simpson» ocupan ya su merecido sitio en la lista de cosas por las que merece la pena vivir.

No hay comentarios: