lunes, 27 de agosto de 2007

UN BLANCO RADIANTE

LA NOCHE DE LOS VIVIENTES MUERTOS

Durante el verano, los madridistas nos hemos sentido igual que los protagonistas de “La noche de los muertos vivientes” (George A. Romero, 1968): asediados por una especie peligrosa de comedores de carne (y verduras). Se hacen llamar “azulgranas” y reviven con sólo nombrar tres palabras: “Real Madrid” y “campeón”. Si disponen de algún ejemplar cerca, pruébenlo. Organicen esos términos, aunque sea de forma incoherente. Digan “Madrid Real campeón” o “Real campeón Madrid” o “Madrid campeón Real”. Y luego observen la respuesta. Probablemente les dirán que no tenemos equipo (eso tan traído y tan aburrido de que “únicamente sois un proyecto”), les machacarán con que sufrimos un cáncer llamado Guti o Raúl, les repetirán que los fichajes son carísimos, les azuzarán con la incompetencia de Schuster... ¿Para qué les voy a contar más, si es lo que han estado sufriendo a lo largo de la pretemporada? Como se preguntaba Vito Corleone al principio de “El padrino”, ¿por qué nos han perdido el respeto? Muy fácil, y vuelvo a las míticas tres palabras: porque somos campeones. La frustración de la liga pasada, ésa que habían ganado antes de jugarla, tuvo proporciones enormes y, cómo no, la reacción no le va a la zaga. Seguro que tras la Supercopa contra el Sevilla, un equipo impecable y muchísimo más trabajado, comenzaron a augurarles los peores designios. Huyan de los “zombies” barcelonistas, amigos: pueden convertirse en uno de ellos.
Pero la mejor vía de escape nos la da el propio Real Madrid: hacer partidos tan serios como el de antesdeayer en el Bernabeu contra “Los del río”. Se les comienza a notar las ganas de jugar al fútbol. Aparte de la lección arbitral de Quique Mejuto y Hugo Novoa, ¿no les parece que Sergio Ramos pertenece a otra galaxia? ¿Están de acuerdo conmigo en que Sneijder puede convertirse en un referente de este nuevo Madrid? Aún con la equivocación de despedir a Fabio Capello en el ambiente, aún con un verano atropellado en fichajes (Mijatovic, las cosas no se hacen así), este Real Madrid pinta bien. Quizá todavía necesitado de un delantero centro natural para sustituir las posibles bajas de Van Nistelrooy, el trabajo del nuevo entrenador necesita tiempo. Nada más que eso. Pero, sobre todo, lo más interesante del sábado fue comprobar cómo, tras los repetitivos discursos veraniegos, los culés desaparecían del mapa. Se transformaron, probablemente durante unas horas, en vivientes muertos.

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