sábado, 25 de agosto de 2007

CAÓTICA ANA

CAÓTICA ANA
Director: Julio Medem
Intérpretes: Manuela Vallés, Bebe Rebolledo, Charlotte Rampling
Web: http://www.caoticaanalapelicula.com/

Ya con la distancia del tiempo podemos ver cómo“La pelota vasca” y esa pequeña excepción naturalista (y bellísima) llamada “Clecla” sirvieron de descanso a Julio Medem en su cine dedicado y dirigido a la mujer. A Lucía, a Ángela, a Mari... se les une un nueva fémina: Ana, una joven pintora ibicenca que posee en su interior otras jóvenes de diversos momentos históricos que le irán siendo descubiertas mediante la hipnosis, el amor y el viaje.
La fuerza de “Caótica Ana”, como en otras propuestas del director vasco, radica en su capacidad visual y su expresividad. De indudable potencia son su inicio fabulario, con una paloma omnipresente, y diversos recorridos vitales a través de pinturas de su hermana fallecida, también llamada Ana. Los desiertos del Sahara o las manos que pueblan las grandes ciudades terminan de demostrar la enorme habilidad de Medem para metaforizar en imagen lo que quiere narrar.
Pero el gran problema del realizador es que lo que nos cuenta poco importa. Primero, por la metafísica “chill out” que atufa a los personajes y a la historia. Todo en la película se mueve por supuestas fuerzas “interiores” (¿qué será eso?) únicamente alcanzables a través de la “hipnosis regresiva” (¿qué será eso?) que permite a la protagonista descubrir las vidas que lleva dentro (¿cómo ye eso?). Ante tan débil argumentación, al espectador mínimamente racional se le obliga a desembarazarse de todo el interés que puedan producir las protagonistas. Ni el empeño de la sorprendente Manuela Vallés ni las dignas maneras de Bebe permiten que nos abstraigamos de frases pseudopsicoanalíticas tan repelentes como “Nunca sueño. Tendré alguna puerta cerrada” o “Soy un ser de tierra. Soy supersólida”. Rápidamente, dejan de ocuparnos Ana y sus compañeros “megacool” de la escuela, las patrañas hipnóticas de su amigo raro y las idas y venidas al mundo masculino de Bebe. Sólo cuando Medem regresa a las motivaciones reales de la persona, ésas que aparecen cuando Ana baila con su padre moribundo, vuelven la emoción y la cercanía. Lástima que se pierdan de nuevo en la inmensidad de un final tan rocambolesco como paródico.

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