jueves, 16 de agosto de 2007

LAS HUELLAS DE DYLAN

LAS HUELLAS DE DYLAN
Director: Fernando Merinero
Web: www.lashuellasdedylan.net


Esta película está proyectándose en el "Pequeño cine estudio" de Madrid

Despreocupada y anecdótica, feliz y soleada, “Las huellas de Dylan” documenta el peregrinar de Fernando Merinero tras Bob Dylan durante su gira española de 2004. Estructurada como un documental mezclado con una serie de testimonios sobre el poeta de Minnesotta, el filme gana muchísimo, cómo no, cuando las opiniones están trabajadas y cuando las historias, cómo no, son merecedoras de ser contadas. Entre las primeras, hay que destacar a Sabina y sus canciones dylanizadas, a Loquillo y su eterna provocación (“¿Cómo se va a inspirar alguien en un cortijo?”), a Benjamín Prado y su encanto dandy/hippie, a Manrique y su reflexiva devoción y, por supuesto, a Carbonell y su sano empeño en desmitificarlo todo. Por contra, otras valoraciones aportan muy poco y, a ratos, cargan por su inconcrección (Mariano Antolín Rato, Lagartija Nick…).
Casi como una película aparte, están las vivencias “on the road”. Uno, que ha celebrado unos cuantos conciertos de Dylan, da fe de que lo que cuenta Merinero (con todo el costumbrismo digital que se quiera) es radicalmente cierto. Mientras que yo me tomé un café el año pasado con Bunbury durante un concierto de Bob en Valladolid y hablamos del genio, Merinero se junta con diversos personajes a lo largo de su viaje. Algunos extremadamente interesantes y con cosas que contar y otros, no tanto. En el primer grupo, sobresalen las historias de los fans adolescentes porque nosotros también fuimos ellos. También está Antonio Iriarte y su fanatismo encubierto. Y un incomprensible Gay Mercader. Y unos hippies que vienen de Ávila. Y un señor iluminado por la luz de las palabras de Zimmerman… bueno, hay de todo... de entre lo ponzoñoso, ahí aparecen esos rockeros del Corte Inglés llamados Pereza que dicen que “se preocupan mucho por las letras”, Raquel Winchester gastando metraje o dos fans cincuentonas y chillonas que enturbian nuestros tímpanos.
En definitiva, un viaje siguiendo a Dylan por España (no nos olvidemos que en este país no somos tantos los dylanitas) da exactamente para lo que ha hecho, con mucha mano izquierda, Fernando Merinero. Se queda “Las huellas de Dylan”, como todas las cosas que se hacen con el corazón, en un tributo irregular y emocionado al próximo premio Príncipe de Asturias. Ojalá vengan más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, "como todas las cosas que se hacen con el corazón"... pero con el corazón, ¿de quién?