EL ULTIMÁTUM DE BOURNE
Director: Paul Greengrass
Intérpretes: Matt Damon, Julia Stiles, David Strathairn
Web: http://www.thebourneultimatum.com/
Llegamos a la ¿última? entrega de las peripecias de Jason Bourne con un ultimátum de Matt Damon. El actor norteamericano se ha cansado de declarar que hasta aquí hemos llegado, que se termina la serie. Lo dudo. Como pasó con James Bond, Bourne parece condenado, sobre todo a la vista de los resultados de taquilla en USA, a volver una vez más. Por cierto, parece mentira lo mucho que puede hacer un buen “tuneo” por unos “bestsellers” envejecidos de Robert Lundlum.
“El ultimátum de Bourne”, la película más efectiva y efectista de la saga, cumple perfectamente los objetivos planeados por Paul Greengrass para la trilogía: contundencia y emoción. Como en las otras, la trama discurre en dos caminos que acaban juntándose. El primero, el del propio Bourne sobreviviendo una y otra vez a los diversos cercos de la CIA. Con su solvencia habitual, ha rodado de una tacada “Infiltrados” y “El buen pastor”, Matt Damon recrea de nuevo a un personaje aséptico, a ratos deslavazado, que, en esta ocasión, se ve desmerecido por la excesiva repetitividad y duración de las escenas de acción. Pero Greengrass y su montador Christopher Rouse consiguen resucitar esas partes del metraje. Su extraordinaria habilidad para los juegos de planos y músicas, recordemos “United 93”, dinamiza enormemente los esquemas clónicos de los momentos clave. La segunda línea argumental nos lleva a las oficinas de la CIA en Nueva York. Allí, los espléndidos David Strathairn y Joan Allen juegan en los papeles más interesantes. Vouyeurs enfrentados de principio, acaban siendo observados por su víctima en una situación fotocopiada del primer episodio. Esta escena se pisotea aún más con un giro de guión baratísimo: el descubrimiento “casual” por parte de Bourne de los papeles que destapan todo el tinglado.
Aunque nunca consiga el trágico aroma y las sólidas motivaciones de la segunda entrega, “El ultimátum de Bourne” construye un digno “thriller” político que, a veces, enmudece al espectador por lo cercano de su violencia de primer plano. El habilidoso Greengrass, el ajustado Damon, unos secundarios solventes, un guión trepidante… con esas cartas, cualquier estudio tiene las de ganar (en taquilla).
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