Director: Mike Newell
Intérpretes: Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, Benjamin Bratt
Web: http://www.loveinthetime.com/
Adaptar una novela de García Márquez tiene, a priori, una gran dificultad: adaptar una novela de García Márquez. Además, si el título elegido es “El amor en los tiempos del cólera”, la apuesta de casino se vuelve ruleta rusa y, obviamente, no todo el mundo se atreve a arriesgarse. Asediado por el miedo al fracaso, el triangulo amoroso Ariza (Javier Bardem), Daza (Mezzogiorno) y Urbino (Bratt), con las implicaciones que debería heredar (racionalismo, romanticismo, sexualidad, pasión…), se ve rebajado en sus colores por las témperas aguadas de Mike Newell.
No pretende más el director inglés que realizar un gran telefilme de estudio (por otra parte, empresa muy loable); en definitiva, ensamblar una demostración de saber rodar que no moleste ni a los conocedores de la obra ni aburra a los incautos inconscientes del escritor colombiano. De esta manera, con la asepsia por bandera, el guión de Ronald Harwood recorre muchísimos altiplanos. Lo contradictorio es que los planos no incomodan: ahí se encuentran las seiscientas cuarenta y cuatro aventuras sexuales, la maravillosa Fernanda Montenegro o las peripecias del joven Ariza (Unax Ugalde) para llenar de epístolas a su amada. Pero, lógicamente, cuando Newell se decide por los altos e intenta ser un cálido Ripstein mientras un barco entierra el amor de los protagonistas ¡al ritmo de Shakira!, los fotogramas del largometraje se tambalean tratando de sujetarse a la fotografía de Alfonso Beato.
Entre tanta corrección, los actores, enterrados en un látex inverosímil, poco más pueden hacer que sufrir las consecuencias de un casting desafortunado. No funciona el sobreactuado Leguizamo, pasa desapercibido Bratt (uno de los pilares desaprovechados del original) y rechina Mezzogiorno por su frialdad de modelo. Queda, como ocurrió en “Los fantasmas de Goya”, pasarle la bomba a Bardem, que aguanta de joven y que aguanta de viejo, que aguanta de atormentado y que aguanta de enamorado a una producción mal concebida, correctamente facturada y, he aquí la insuperable distancia con García Márquez, indiferente.
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