¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS SUEÑOS?
En el final de la enorme “El halcón maltés” de John Houston, al detective Sam Spade (Humphrey Bogart) le preguntan de qué está hecho el preciado objeto que da título a la película. “Del mismo material que los sueños”, contesta el investigador. Pero, ¿cuál es esa materia prima? Si los androides de K. Dick en “Blade Runner” se perdían en vigilias de ovejas eléctricas y unicornios, Gregory Peck e Ingrid Bergman atravesaban relojes líquidos y pendientes aterradoras en “Recuerda”. Mientras que los adolescentes de Elm Street descubrían la sangrienta frontera entre la realidad y el sopor, Gael García Bernal recorría nubes de trapo subido a un caballo de remiendo en “La ciencia del sueño”. ¿Por qué existe tanta confusión con este tema? Por mucho que Freud lo intente, ¿podremos saber la fórmula de nuestros viajes nocturnos? Finalmente, alguien lo ha conseguido. Ni replicantes, ni Dalí, ni Freddy Krueger, ni Michel Gondry. Ha tenido que venir Woody Allen a revelar la sustancia de nuestras ensoñaciones. En su nuevo libro “Pura anarquía”, el director neoyorquino nos lo deja claro: “un bocadillo de pastrami con pan de centeno, acompañado de pepinillos y mostaza: esa materia de la que están hechos los sueños”. Está clarísimo.
El Real Madrid actual está compuesto de la misma materia onírica. Sabe a la tortilla de los pechos de Penélope Cruz en “Jamón, jamón” y al zumo de naranja de la nevera de Kim Basinger en “Nueve semanas y media”. Los goles de Sjnaider, con esos arcos imposibles, nos descubren que despiertos, soñamos. “Totó, creo que ya no estamos en Kansas”, decía Dorothy a su perrito en “El mago de Oz”. Madridistas, creo que ya no estamos en el esquema de Capello. Schuster tiene los mismos sueños que Fritz Lang en “Metrópolis”: un Madrid futurible y armónico, un Madrid donde Raúl habita en la delantera y Cannavaro, de una vez, organiza la guardia pretoriana en la defensa. A la vez, la sensación como blanco radiante, tras varios años de frustración e insomnio, no puede ser mejor. Amigos, a esto saben los sueños: a ver fútbol coherente y de calidad mientras zampamos un bocata de lomo. Esperemos seguir disfrutando de esta etérea emoción hasta que alguien, como en la película de Amenábar, nos susurre... abre los ojos... abre los ojos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario