LA HUELLA
Director: Kenneth Branagh
Intérpretes: Michael Caine, Jude Law
Web: http://www.sonyclassics.com/sleuth/
La segunda adaptación cinematográfica de la obra de Anthony Schaffer se separa desde un principio de su antecesora. En ambas un extraño llega a una mansión inglesa y es recibido por su dueño, un escritor de éxito. Pero mientras que Mankievicz apostaba por un laberíntico juego de mentiras, Branagh se inclina por el vouyeurismo de salón. Enclaustrados en un diseño de producción “new age” que probablemente envejezca peor aún que el de su predecesora, los personajes de Caine y Law comienzan con muy buen pulso un tira y afloja de maldades y dobles sentidos que demuestra lo que podría haber sido esta versión de “La huella”. Pero una vez superado el primer acto, la tónica de la función cambia. Se elimina cualquier referencia a la posibilidad de un divertido ajedrez y el guión opta por fundirse con la gelidez del escenario. En ese momento, más le importa a Branagh la seducción tontorrona que la acción. No arranca, por mucho que quiera, un Michael Caine de trazo grueso ni un Jude Law sobreactuado. Esa especie de obsesión homosexual poco justificada elimina cualquier emoción y, por supuesto, cualquier cercanía semejante a la que sentíamos por el encanto de Olivier y Caine. Falla, por tanto, lo esencial: la adaptación del texto original, la contención de los actores y la conceptualización de los espacios. Únicamente permanece la sensación de que los implicados padecían el “síndrome Norma Desmond”: “Yo soy grande. Son las películas las que se han vuelto pequeñas”. La perfecta metáfora viene con el cartel de “La huella”, donde los nombres de los creadores (Branagh, Pinter, Caine y Law) casi ocultan el título del filme. Los autores muy por encima de su obra. Pues, perdónenme ustedes, con cuatro apellidos no basta.
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