O al menos así lo parece si juzgamos la reacción del público asistente a la convocatoria de ASMA (“Asturianos en Madrid”) en una discoteca de la capital. El último banderazo de la última carrera del campeonato del mundo no dio paso a los habituales lloros del perdedor. En cambio, sonaron los vítores y las palmas a un campeón asturfinlandés. El puteo sistemático al que ha sido sometido Alonso durante la temporada produce extraños compañeros de viaje. Fíjense ustedes que estábamos todos vestidos de azul asturiano celebrando la victoria de uno que va de rojo finlandés. No hay quien lo entienda, señora.
Igualmente inusual fue ver a un grupo muy nutrido de emigrados cantando juntos “Asturias, patria querida” justo al lado de la Moncloa. Por separado, los residentes asturianos en Madrid parecemos ectoplasmas que nos materializamos en muy pocas ocasiones: en el autobús a la tierrina, en alguna sidrería escondida o en estas citas imprescindibles. Como muy bien supo entender el gran José Ramón Cuesta, uno de los organizadores de ASMA, no sólo de Formula 1 vive el asturiano. Comenzaron los previos de la carrera con gaitas y con un Belo entregado más a Alonso que a su música. Normal. Al poco de conectar con Interlagos, supuró a borbotones la tirria que existe por Hamilton. Había personal en la audiencia al que, tras el derrape del británico, se le desaparecieron las pupilas gritando sinónimos de “asqueroso”. Esos momentos de trance increpador acabaron con la cruda realidad. Quedaba decidir cuándo iba Massa a dejar pasar a Raikkonen. “¡Ahora “lu” deja pasar!”, decía un señor gordo a mi lado. Pues no, señor gordo, el “jodío” todavía nos estuvo manteniendo el suspense unas cuantas vueltas más. Al final, como diría Sabina, por fin el fin. Alonso no ganó el Mundial este año, repítanselo como terapia. Pero tranquilos, relájense, dentro de 146 días arrancará el próximo. Y, además, el campeón ye de Tiñana.
1 comentario:
Doy fe.
La voz con la que me levanté esta mañana despues de gritarle improperios mil a Hamilton y a su padre (nunca dos segundos de imagen generaron tanta rabia) también.
Las pupilas al menos habían vuelto a su sitio.
Un saludo de otro astriano voluntariamente exiliado.
Pete Vicetown.
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