domingo, 18 de noviembre de 2007
PABLO MORO Y EL KARMA
Si el lunes se acercaba a Radio 3 a participar en uno de sus programas, el jueves a Pablo Moro le tocaba traer a escena “Smoking Point” en un local cercano a la plaza del Sol. Primero, los teloneros “Los niños perdidos”, deudores de “Tequila”, fueron calentando a un público que tenía claro lo que quería: carne de cantautor ovetense.
Y llegó el momento. Poco a poco, los “Chicos listos”, guardaespaldas de Moro, fueron apareciendo en el escenario. Batería, teclas, bajo, guitarra y un Álvaro Bárcena a la eléctrica que, como los grandes, toca sentado (aunque sea por una lesión). Con sus instrumentos fueron anunciando la llegada del asturiano quien, al poco de empezar, ya lo tenía claro. Ésta iba a ser “Una noche especial”. Observando a Pablo Moro salir, cigarro en boca más aspecto tejano próximo al Earl de Jason Lee, la verdad es que parece que tenga el karma a su favor. Eso significa que está haciendo las cosas bien o que se está enmendando. Su nuevo disco, del que fueron cayendo la referencia vital a Scorsese “El último vals”, “Perdedores sinceros”, “Smoking Point”, “Palos de ciego”, “El rey de la noche” (mejorada sin Dark LaEme)… demuestra una evolución sólida y reseñable desde el embrionario “Emepetreses”, del que tocó radiofórmulas como “Sirena varada” o “Álbumes de fotos”. Frente a la candidez “single” de aquél, “Smoking point”, sólo hace falta comparar lo que implican ambos títulos, revela un artista de referencias (“quién sólo de música sabe ni de música sabe”), adulto, de producción magnífica (hay que nombrar a Bárcena de nuevo), de compromiso folk-rock y, sobre todo, todavía en ebullición.
La doble cara de Moro, una ligeramente repelente, la de la “fan” chillona, y otra imprescindible, ésa que desaloja a la banda y se queda en pelotas con Bárcena y De Miguel, descubre los mejores cortes del LP al final del concierto: “Pídeme”, una variación deliciosa del dylaniano “You ain’t going nowhere”, y la bipolar “Tic-tac”. Pasado el descanso acústico, regresa el “rockshow” y Pablo, siempre sonriente y kármico, finiquita “Chicos listos”, una divertida geografía humana que el ovetense estira, y estira, y estira, regalando música candente a la silenciosa, son las doce y cuarto, calle Preciados.
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