lunes, 19 de noviembre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

VIDAS CRUZADAS

Hace dos semanas, Schuster hablaba con Robinho en el vestuario. «Te quieren traspasar a final de año. Espabila». Espabila. El alemán entiende perfectamente ese concepto. Él mismo, en su época de jugador, tuvo que espabilar muchas veces. En su selección, en el Atlético, en el Real Madrid, en el otro club... Bernd nació a base de espabilar. Por eso, sabía lo que le podría pasar al brasileño.

El carioca, totalmente inspirado, volvió en el partido del Mallorca. Tocado por la mano de Schuster, resolvió un partido complicadísimo utilizando la cabeza. Por fin ha llegado al esquema del equipo blanco. Un año de vapuleo le había dejado noqueado. Fiestas, bicicletas que no salían, banquillos frustrantes... losas para hundir al brasileño en una cesión o en un regreso a su país. La jornada demostró que es una pieza indispensable en el equipo titular del Real Madrid. Sólo falta que su conexión en la banda, Marcelo, espabile también y todos nos sentiremos seguros. Hasta Ramón Calderón, esta temporada desaparecido, suspiraba de tranquilidad al verle jugar desde el palco.

Toda la tranquilidad del mundo necesitaba el presidente para una semana ajetreada. Sin partidos por culpa de la aburridísima selección, afrontaba unos días de compromisos alrededor del mundo. El primero de todos, un encuentro con el presidente de México destinado a entregar un donativo para las víctimas de las inundaciones de Tabasco y Chiapas. Sentado en el avión, justo una hora después de despegar, le supongo preparado para descansar, colocándose el típico antifaz de «El zorro». En ese momento, suena la voz del comandante avisando de que se veían obligados a dar la vuelta porque un pasajero estaba «pelín» pasado.

El pasajero en cuestión se llama Ramón Melendi Espina. Según su bizarro comunicado, el cantante «optó por tomar un par de copas» (¿optó?) para «desinhibirse» (¿para qué?) de «algo más o menos común y conocido que personalmente padece». Ese «algo más o menos común y conocido que personalmente padece» se llama «miedo a volar» y para aplacarlo del todo pidió otro «combinado» (¿un qué?). Dejémoslo. Esto es una columna sobre fútbol y el resto, historia de sobra conocida. Así la contaron Javier Blanco y Chus Neira en LA NUEVA ESPAÑA y aquí me tienen, ahora miro a una chica de Ipanema, leyéndola.

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